14 de diciembre de 2007

Incertidumbre ante la independencia de Kosovo

Y mi desconcierto ante la incertidumbre en los medios

Desde hace algunas semanas, la radio vuelve a enfrentarse con mi sueño cada mañana. Y siempre gana. Ciertamente, la pereza que normalmente tardaría 45 minutos en abandonarme -y no siempre- desaparece por arte de la palabra. Y aunque curiosamente, me encante su compañía, no negaré que no se trata precisamente de un proceso delicado y encantador. Más bien se trata de ese amigo tocapelotas siempre dispuesto a provocar y a sacarme de quicio, pero cuyas provocaciones me obligan a replantearme mis convicciones y, sobre todo y lo más importante, a decírmelas -en voz alta, a veces, y otras muy bajito, casi negándome a escucharlas yo misma-. El caso es que cada mañana termino cabreada con contertulios y presentadores, omniscientes sin fisuras y previsibles como seña de identidad e ideológica. Sin embargo, la paz que ha traído la posible independencia de Kosovo a las tertulias, la aceptación resignada de su incapacidad para ver -ya ni siquiera prever- el futuro, un abatimiento que se trasluce en el tono cansino de sus palabras -los que hablaban porque la mayoría preferían callar y evitar así el único consenso posible "no sé"... Todo ello, tanta honestidad, me provocó mareos y durante algunos minutos cierto desasosiego. Esa brújula que son las tertulias, que nos facilitan qué pensar, qué no pensar o al menos a quién criticar hasta la saciedad por la estupidez que ha dicho Don Menganito. Una dosis de autoestima, una oportunidad cada mañana para sentirnos más listos, más guapos y sobradamente preparados, que para eso soy yo más lista que el que sale en ese programa. ¡Pero ay cuando me faltó la papilla que engullir y luego criticar! ¡Qué trabajito tener que pensar por uno mismo!

Y tras pensar por lo menos, por lo menos, veinte segundos una sensación muy incómoda: que la partida de risk que va a decidir el futuro de Kosovo es más evidente que normalmente. Que esta vez se ha subido el telón en plena partida, y el monopolio del poder ha quedado en evidencia. Con Kosovo es mucho más evidente, sin cumbres, reuniones o encuentros que enturbien las verdaderas tomas de decisiones. Y de nuevo, otra sensación. Esta vez agria: que pese a ser consciente de que cada movimiento de ficha afecta a la vida de personas, estratégicamente me interesa esta partida.

¿Quién será Kamchatka en esta partida?




Esta película la vi en Lyon, en una sala da arte y ensayo, que me encantaría montar en Gijón. Sueños. Y esta tarde estrenamos Risk en mi casa, donde también hay un pequeño y experto jugador.

Y volviendo a las personas, Ramón Lobo describe muy bien la situación en Los muertos abandonan Kosovo

Si las tumbas serbias son el certificado de propiedad del territorio, su última frontera, ésta ha comenzado a replegarse en Kosovo dejando atrás lo que la mitología nacionalista considera sagrado e irrenunciable.

1 comentario:

atemporal dijo...

Ramón Lobo, siempre genial

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Kosovo/pais/nacido/bombas/elpepuint/20071216elpepiint_2/Tes

siguiendo la realidad de Kosovo de cerca