11 de septiembre de 2006

Reconciliación

Y mientras su compañero regaba por primera vez las flores que nunca habían necesitado ser regadas, que nacieron porque las flores nacen, la tormenta estalló.

Y envueltos en un sudor ajeno porque ni siquiera en estas aisladas verdes montañas es ya nada como era, los árboles y ella, por fin, se dejaron hacer.

Y algo pasó. Y ella, temiendo que algo estuviera pasando, terminó bañada de la certeza de que algo estaba cambiando. Asustada ante la inmesidad del placer de dejar de ser uno, para por fin volver al todo. Las gotas sólo un aviso de atención. Las hojas, golpes de tambor de la batalla que nace a sabiendas de que siempre fracasará. Y, una vez más, las certezas batidas ante cada paso que dió y hasta mucho más tarde no decidió.

Y ahora, dentro de un túnel trazado por la arboleda que sólo había visto dibujada en los
cuentos que nunca leyó, paró en seco ante el recodo que, ahora sí, ahora por fin aprovechaban
los MIEDOS para mirarle cara a cara. O quizás fue ella, quien por fin, decidió el campo y el momento de la batida. Mojada, agotada, asustada, tranquila y preparada.

Y sólo entonces, parada en seco, sabiendo que tan sólo unos pasos la llevarían a la RECONCILIACIÓN, siguió esperando todos sus fantasmas, aquellos que la habían acompañado desde su niñez, aquellos con los que nunca acabó por familiarizarse, aquellos de los que continuaba escondiéndose. También hoy. También cuando invadida por la alegría de saber que el que se dirigía a ella, era el que siempre había presentido, al que siempre había esperado, al que siempre había añorado y recordado como "Ahora no puedo jugar, estoy muy cansado". Una vez más, pasos atrás.

Y ahora, corriendo hacia unos brazos que son su hogar, un rayo toca tierra frente a ella. Y la tormenta la ensordece. Y rompe a llorar. Y en los brazos que también a ella la riegan y la hacen florecer, llora alumbrada por la tormenta que acalla un perdón tras otro por no haber esperado el abrazo del que siempre estuvo a su vera. Ella en masculino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TQ
Todos necesitamos ser regados, las flores tambien.