29 de noviembre de 2005

A veces

A veces subo tan alto... Siento que todo es posible, que he encontrado mi lugar en el mundo, que ya he experimentado lo que me hace sentir plena, lo que da sentido a mi vida, lo que me hace salir de las hondonadas en las que me escondo del mundo.

A veces subo tan alto... Recorriendo calles sin nombre, sobrevolandolas, agradecida por ser consciente del pequeño milagro, del gran milagro =que hostias=, buscando en los rostros sin facciones un guiño que me sumerja en la liquida humanidad. Despojados los remordimientos de la complicidad de la barbarie, escudada en la certeza de que ya no hay vuelta atras, de que una vez cruzada la frontera de donde la mirada conlleva una suplica milenaria, ya no hay vuelta atras porque... Porque recobras el estado natural, el de la percepcion que el mundo es solo uno, que todo esta conectado, que yo no soy mas que los otros y que es, cuando se esta en comunion con tus otros, cuando recobras la dimension integral, la dimension inabarcablemente humana.

Pero, a veces, vuelvo a hundirme en hondonadas. Y la impotencia se convierte en muro, uno mas, siempre muros, que araño, trepo, caigo, vuelvo a trepar, golpeo, grito, lloro, trepo... y, mientras, escucho las noticias, escucho a los fascistas de siempre, escucho los llantos de los mismos de siempre, escucho las buenas intenciones de los mismos de siempre, escucho los genocidas representantes del mismo Dios de siempre, escucho el grito desesperado de tantos y tantos... y yo grito con ellos, y sigo trepando un muro tras el que muchos dias no encuentro horizonte.



Aunque se que esta a la vuelta de la esquina.

26 de noviembre de 2005

Nosotros...

El mundo quieto y nosotros girando. El sol aparca su danza y nosotros girando. Cortinas arrancadas. Las montañas espiando. La nieve, dibujándonos. Y nosotros, girando. Tu mano sobre mis ojos. Sábanas izadas en tejado sin antena. Nosotros girando. Niebla de humo de chimeneas. Teléfonos apagados. Susurros a gritos. Y nosotros, girando. Parasoles de vaho. Nuestros cuerpos exhalando, alados. Pinturas frescas, fotos revelándose, esculturas fundidas, chorreantes.Nosotros girando. Oleaje de tul azul. Peldaños de impaciencia. Lucha contenida. Caida libre en el tobogan de la escalada. Compas contenido del baile clandestino. Duermevela de caricias. Nosotros quietos, y el mundo acunandonos.


Patricia Simon
La Carbayosa, Noviembre 2005

=los acentos perdidos en este ordenador desconfigurado=

24 de noviembre de 2005

Periodismo con mayúsculas.

Palestina e Israel se superan: 787 niños muertos

J. CIERCO
ABC
JERUSALÉN.

Todos tenían nombre. Y padres. Y hermanos. Y amigos. Y aficiones. Y caprichos. Y esperanzas. Y miedo. Todos tenían cosas que contar. Que sentir. Que vivir. Que disfrutar. Que padecer. Todos tenían toda la vida por delante. En Gaza y en Ramala; en Nablus y en Belén; en Tulkarem y en Hebrón; en Netania y en Tel Aviv.
Se dice pronto, se cuentan más despacio: 787 niños; 669 palestinos, 118 israelíes, han muerto en los Territorios Ocupados e Israel desde que estallara la Intifada de Al Aqsa en septiembre de 2000.

Se cuentan muy despacio, se dice pronto: 787 menores de edad víctimas de las operaciones militares del Ejército hebreo; de los atentados indiscriminados palestinos; de las emboscadas; de los suicidas y los coches bomba; de los carros de combate y los helicópteros.

La organización de derechos humanos israelí «Betselem» hizo ayer pública esta maldita cifra que, por desgracia, no avergonzará a casi nadie. Sus expertos denunciaron la situación tan crítica respecto de los niños y su educación, su atención sanitaria, sus derechos más elementales. El de la vida, el más importante, violado 787 veces.



ARTÍCULO

22 de noviembre de 2005

Hace un año...

!Juzguénme todos! No ofreceré resistencia. Arranco todas las pieles que me disteís como coraza. Expongo mi sombra en la que sólo queda mi pulso vital. Desgarrad mis vestidos, mis palabras, mis silencios, mis risas y mis lágrimas. Quemarlas y enterrad las cenizas. Dejad secar al sol mis recuerdos. Dadles de comer los restos a los cuervos. Abolid el amor institivo. Renegad el perdón cristiano. Desautorizad el olvido conciliador.

!Juzguénme todos! Mantengan firme la mirada frente a mi único desnudo verdadero. Después, recorránme, sin reparos, sin tapujos. Palpen, husmeen, sumérjanse en mi indefensión más deseada. Húmedos y, ahora también, desconocidos, no escondan sus miradas. Desinventada en vuestra engendración, altiva en la cumbre de mi nueva sombra, libre en el vuelo sin lastres…


Patricia Simón
Febrero 2005

Y ahora...