21 de mayo de 2007

Miradas

Ya son tres años de baños en tu mirada. Hace tres años me desperté cuando la luna empezaba a ganarle, una vez más, la orgullosa batalla al sol. Y entonces tú me engendraste. Te encontré perdido en mis esquinas. Los últimos rayitos te alumbraban la cara. Era Bolonia, y nuestras pieles sabían saladas, las sábanas olían a salitre y en la nevera sólo había media sandía desde hacía días. Nos callábamos lo que decía nuestro silencio y gritaban nuestras miradas. Meses más tarde comencé a gritárselo a las estrellas en las playas nocturnas que son nuestro lecho. Nos creamos aquella tarde, nos descubrimos, nos reinventamos sin miedo al renacer. Entonces, fuimos NOSOTROS. Tú y yo. Y tu mirada era el pincel. Y entendí, por qué sin conocerte, había ansiado tanto tu mirada. En ella, florecí. Caricias sin tocarnos que nos hicieron despertar y saber. A lo lejos, en un chiringuito, alguien comenzó a cantar unas bulerías. Desde entonces, nos hemos bañado en miradas cientos de veces. Y mientras el mundo gira, y la luna y el sol nos persiguen y vigilan desde su romance imposible, hemos crecido sabiendo que sentimos tanto que sólo nuestras miradas pueden decirlo.